Nos reuníamos cada jueves, “las mamis del triunfo”, así nos llaman, cada una de nosotras nos regalábamos hora y media para nosotras mismas, empoderarnos y saber que no estábamos solas. En el Centro Comunitario tenemos un refugio, un espacio para aprender, compartir experiencias, reír, corregir, pero sobre todo ser escuchadas.