Había una vez una hermosa princesa, encerrada en un castillo; un valeroso príncipe la rescata y viven felices por siempre. ¿Te suena?

Hemos aprendido a amar a través de la socialización de nuestros entornos y de los medios de comunicación que han propagado ideas de lo qué es, o debería ser, el amor de pareja. Y no, no es que no nos guste el amor, es el “amor romántico” lo que en muchas ocasiones genera condiciones de violencia y desigualdad entre las personas que deciden establecer un vínculo sexo-afectivo.

 ¿Qué es el amor romántico?  

El “amor romántico” tal como lo conocemos es histórico y es heredero del amor cortés, el cual tiene sus orígenes en el siglo XVIII después de la Revolución Francesa, a través de relatos de amores imposibles, llenos de conflictos, como se puede observar en la obra de William Shakespeare “Romeo y Julieta”.  El amor romántico se consolida en la dependencia entre hombres y mujeres, aunque puede ser en cualquier vínculo, no es algo exclusivo de las relaciones heterosexuales y está justificado en la supuesta necesidad de complementación psicológica entre ambos, ya sabes… “Tú mi complemento, mi media naranja”.

Hombres y mujeres son educados de diferente manera en el amor; en cómo demostrar afecto y emociones hacia los demás dependiendo de los estereotipos y roles de género. Por ejemplo, a las mujeres se les enseña a ser sumisas, ellas deben ser conquistadas; a los hombres se les dice que no es correcto demostrar sus sentimientos, que deben ser valerosos y conquistadores.  Hasta aquí, todo bien, pero ¿qué tanto estamos sumergidas las personas en el amor romántico?

Aquí te va un test:

Si estás de acuerdo en una o más frases, déjame decirte que sí, aún tienes mucho amor romántico en tu sistema. Las frases anteriores corresponden a los llamados “mitos del amor romántico”, que se materializan en acciones. Estos mitos están tan introyectados que muchas veces no reflexionamos sobre ellos, por ejemplo, cuando no podemos dejar una pareja porque creemos que esa persona es nuestro único y verdadero amor, aunque ya no nos sintamos a gusto; o que debemos seguir en una relación porque hicimos un juramento eterno.

A mí no me va pasar… ¡Ay ajá!

Todas las personas hemos caído en la trampa de este amor ideal, no podemos culparnos. Estamos invadidos de mil historias por todos los medios de comunicación y redes sociales en las que interactuamos, la neta ¿no te encantan ver los reels de Instagram o videos Tiktok con las historias de parejas que se juran amor eterno? No somos seres perfectos, y nuestra forma de querer tampoco lo es. Hay que comprender que absolutamente nada es para siempre, por eso el amor no es invariable, ni mágico, como nos lo hacen creer.

Amar es una experiencia de vida que debe ser construida desde la conciencia del bienestar, la autoestima y el amor propio, y sí, aunque el drama sea sabroso, el sufrimiento para nada es amor, ¡Amiga/o sal de ahí! Recuerda que tendremos muchos amores de la vida y momentos gratos que recordar en la medida que desmitifiquemos el amor y podamos detectar de manera más rápida cualquier señal de violencia ¿qué opinas, lo intentamos?

Fuente: Edith Granados Balderas (Et. Alt) #JuventudEsSinViolencia Guía para jóvenes en prevención de violencia en el noviazgo, FAJ-Fundación Avon, 2022.