La ética profesional es una rama de la ética que se conceptualiza como la serie de códigos y normas que guían las prácticas de las profesiones, sin embargo, esto es tan general y ambiguo frente a las diferentes situaciones y necesidades que pueden presentarse durante el quehacer de las interacciones sociales, políticas hasta académicas.

Generalmente cuando pensamos en apegarnos a una norma o código caemos en entender en una sola dirección y en sostener una sola verdad polarizada entre lo “bueno” y “malo” en el ejercicio profesional. Es importante considerar un principio horizontal de justicia social que nos permita reflexionar y cuestionarnos desde dónde se puede estar actuando.

¿Cómo puedo tener más herramientas para saber si ejerzo la ética profesional? Te compartimos tres dimensiones básicas (Yurén, 2013):

1. La eticidad de la profesión. Es la lectura histórica que pueden tener las profesiones y que se reproducen desde la socialización del “deber ser”.
2. La moralidad. Son aquellos juicios de valor que tienen los involucrados para tomar decisiones frente a situaciones de conflicto y los procedimientos que se aplican. “Toda norma válida habría de poder encontrar el asentimiento de todos los afectados si éstos participasen en un discurso práctico” (Habermas, 1991: 68).
3. Comportamiento moral del profesionista. Esta dimensión es la que más nos ocupa; es la que refiere la forma en que nos conducimos, el ejercicio mismo de los ideales profesionales interiorizados. Parte de un autoconocimiento que ponemos en práctica y que guía nuestras acciones. Nuestra capacidad de auto- regularnos. Nos permite reflexionar sobre el valor que le damos a lo que somos en el ámbito laboral, social, académico.

En este espacio te invitamos a hacer un ejercicio consciente de estas tres dimensiones y de aquellas situaciones que parecían para ti tener una sola dirección de solución y respuesta partiendo de la generalidad que nos puede significar “la realidad”.

Pero ¿cuál es la importancia de actuar con una ética profesional? Simple, es la diferencia entre estar siempre en constante aprendizaje y generando espacios justos con herramientas de pensamiento crítico o actuar de forma autoritaria y seguir reproduciendo malas prácticas.

Recuerda que tu ética profesional también marca una diferencia entre aquellos que trabajan para un bien colectivo y los otros que sólo buscan mantener una meritocracia académica y social que genera efectos desiguales para las personas que pueden tener menos posibilidades de justicia social y humana.

Esperanza Bautista Montiel